DESCANSAR
Quitarse
el cansancio
“Para el día séptimo había concluido Dios
toda su tarea; y descansó el día séptimo de toda su
tarea. Y bendijo Dios el día séptimo y lo
consagró, porque ese día Dios descansó de toda su
tarea de crear.” (Gn
2,2-3).
La
palabra cansarse podría provenir del
griego kampsai, del verbo kámpto, que traduce la acción de doblar
la trayectoria de una nave en el mar para entrar en un puerto; el vocablo descansar se aplica a la acción del
caminante que se desvía del sendero buscando un lugar donde reposar. De aquí
que un descanso es como un tiempo prudente para hacer una parada, tomar fuerzas
y continuar la ruta. Todos necesitamos de una pausa que nos permita avanzar con
nuevas energías.
Un
descanso es también la oportunidad para encontrarnos con nosotros mismos y
permitir el encuentro con los otros que nos lleve al encuentro con Dios mismo.
DIOS NOS VISITA EN LA PAUSA DEL MEDIO DÍA
“El Señor se apareció a Abrahán
junto al encinar de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de su
carpa a la hora de más calor. Alzó la vista y vio a tres hombres de pie
frente a él. Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de la carpa e
inclinándose en tierra dijo: –Señor, si he alcanzado tu favor, no pases de
largo junto a tu siervo. Haré que traigan agua para que se laven los pies y
descansen bajo el árbol. Mientras tanto, ya que pasan junto a este siervo,
traeré un pedazo de pan para que recobren fuerzas antes de seguir. Contestaron:
–Bien, haz lo que dices. Abrahán entró corriendo en la carpa donde estaba Sara
y le dijo: –Pronto, toma tres medidas de la mejor harina, amásalas y haz una
torta. Luego corrió al corral, eligió un ternero hermoso y se lo dio a un criado
para que lo preparase enseguida. Luego buscó cuajada, leche, el ternero guisado
y se lo sirvió. Él los atendía bajo el árbol mientras ellos comían” (Gn 18,1-8).
JESÚS
NOS DICE CONTINUAMENTE. VENGAN CONMIGO Y DESCANSEN
“Los apóstoles se reunieron con Jesús y
le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo:
—Vengan ustedes solos, a un paraje despoblado, a descansar un rato. Porque los
que iban y venían eran tantos, que no les quedaba tiempo ni para comer. Así que
se fueron solos en barca a un paraje despoblado” (Mc 6, 30-32).
Descansemos
en el Señor, encontremos ese lugar que nos permita sentarnos solos y en
silencio para darle la oportunidad a Dios de visitarnos y entablar un diálogo
transformador. Los tiempos de soledad nos regeneran, el silencio nos fortalece.